Como sabéis, el verano es la época del año en la que más hay que cuidar la hidratación. Las altas temperaturas y la humedad hacen que la posibilidad de deshidratación sea mayor. Pero, ¿cuánto tenemos que beber en comparación con los entrenamientos invernales? El doctor Hernán Silván responde a esta pregunta.
“No mucho más. Lo que sucede es que psicológicamente sentimos más necesidad de agua en verano porque la sudoración está más presente. Un atleta debe sudar en invierno y en verano, por tanto debemos adaptar nuestra equipación a la temperatura ambiente lo mejor que podamos.
La fórmula por la cual se indicaba que un corredor de sesenta kilos de peso debía ingerir al menos dos litros de agua al día ya es un clásico. Y puede ser tenida en cuenta, pero conviene matizar que cada persona tiene unos hábitos alimenticios distintos, con contenido de agua diverso. No sólo obtenemos agua bebiendo simplemente agua. Las infusiones, las verduras, la fruta y los hidratos de carbono también satisfacen las necesidades hídricas.
No olvidemos que un exceso de agua también puede diluir nuestras sales, y los músculos (también el corazón lo es) necesitan estos minerales en su concentración adecuada para contraerse y relajarse correctamente.
Reponer líquidos es muy bueno, pero con cabeza. En verano es importante hacer una correcta mineralización (ingerir buena bebida isotónica y no refrescos azucarados camuflados), más que hincharse a beber agua”.